El ascenso de Eadny al trono no es sencillo, máxime teniendo en cuenta que se produce cuando la princesa tiene solo 20 años.  Los rumores del otro hijo de Hared y la desaparición de Daeryan Vakko, tienen a Ántico sumida en una situación compleja que, fácilmente, puede ser aprovechada por el enemigo; devastado, eso sí, ante las agresivas ofensivas de la Leggio liderada por el propio Daeryan, tío de Eadny.

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Ante esto, la nueva emperatriz ha de obrar con cautela. Derrotados los nigromantes y tumbada la Revolución Oscura, la joven se esmera en retomar una buena relación con Arleah y Vieros y centra las ofensivas ánticas en reavivar los enfrentamientos con los vampiros, dadas las ansias de sus legiones, sedientas de éxito al mando de Daeryan. Kaulas, Imblion y hasta Estirya se convierten en el centro de atención del Imperio, devolviendo una normalidad antes perdida a Átraro. 

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Es la primera emperatriz ántica en cruzar el nuevo muro que los elfos han construido para tratar con los reinos de la luz, que tanto daño han hecho en el Imperio.  Con ella tiene lugar una época de calma generalizada que coincide con el inicio del Cuarto Ciclo. Así las cosas, su gobierno se hace largo y próspero.

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Contrae matrimonio con Eran Baylak, intorano, y trata de acercarse a la terra de su esposo en lo que muchos interpretan como un gesto novedoso en una emperatriz ántica, aferradas sus antecesoras, de manera generalizada, a la pureza de lo ántico y casi siempre ligadas a generales y militares. Con él tiene a sus cuatro hijos: Aivia, Rath, Taira y Ecir. La primera de ellas ascenderá al trono a la abdicación de su madre, que se produce con 71 años, tras 5 lustros de un gobierno de resurgimiento.