Ottana Vakko es el gran objetivo de todos. Aquellos que quieren reestablecer el orden la necesitan para que reclame el trono. Los partidarios de la nueva emperatriz, sin embargo, ven en la hija menor de Doroyan una amenaza para la paz que se ha establecido en el Imperio de la Noche. Y desde su escondite en los profundos bosques de Telasia, la joven trata de aunar el valor que nunca tuvo como forma de honrar la memoria de los suyos.
Mientras, en Ántico, los anhelos de Liatli se transforman, arrastrados por una fuerza interna que se potencia entre los muros del castillo imperial, dueños de tantos secretos. No son pocos los que siguen recelando de ella y ven cada vez más respaldadas sus dudas, máxime teniendo en cuenta que Caronte, la gran baza con la que Liatli se asentó como emperatriz, sigue recorriendo la Vía Negra y sesgando vidas.
Parte de sus esperanzas parecen situadas al otro lado del enorme muro de piedra que construyeron los elfos antiguos, allá donde la Hermandad de la Luna llevó algunos de los arkanis. Pero las piezas se mueven en la oscuridad y, aparentemente, no lo hacen en su favor.
La sombra de Resryon Vakko, cuya pista se perdió, engullida en los abismos de Liverna, sigue planeando sobre la cabeza de todos y, respaldado él mismo por una entrega desconocida, el Señor de la Guerra asentará una nueva leyenda más allá de los confines de la prisión, donde quimeras y recuerdos han logrado templarlo y ofrecerle una visión diferente. Algo ha despertado en su interior, espoleado por el paso al frente de Ottana. Y solo la luz será capaz de espantar las sombras.